domingo, 27 de septiembre de 2020

Casi famosos I 20 años

 


Pienso en una bailarina en la arena extraditada de su playa natal

que camina por el trópico de una Buenos Aires que arde

al borde del estallido fundacional del milenio

2001.

 

Volaba torta de sobra en una fiesta de egresados del Sheraton Hotel

Morían Kosteki y Santillán atravesados en la espalda por la policía

Y yo ya había leído a Rodolfo Walsh, una tarde de sol

en la galería fresca del Auditorium pensando porqué me iba.

Y entonces nada (ni los pies del mar, ni el sol, ni dar Bustillo por sentado)

Nada -a excepción de una fe ciega en que entrometerse en el mundo que duele

era el hilo invisible que tracciona la vida- podían dar tanta tristeza…

tanta soledad tanta lucidez.

Acepté el agite de la vida como quien se entrega

a lo que no conoce, así sea la ruina

del pasto recién cortado, de la casa blanca

y de todo lo que existía

 

Ese verano el único sol que de verdad brillaba junto al mío

estaba dentro de una redacción refrigerada como una cámara de carne

donde se pensaba todo el día, conspirativamente,

cómo doblarle el brazo a la derecha tomando los mismos vinos

Donde hacer periodismo de investigación, besarse en la lluvia, perderse en el cine

y mantener la vista gélida del asesino frente a la página en blanco

eran todo lo que importaba

Podían pasarse años oyendo más versiones de lo mismo

hasta que algo sonara bien: como una música estridente o como la verdad.

Podía embestirse la tarde contra una pila de scons,

declinarse la vida por un cierre, a pesar de otro buen sol

aplastado contra el pavimento a metros de Retiro

Podían descubrirse las flores, la fuente

del jardín oculto del monasterio que quedaba enfrente…

 

Se podía rumiar -sobre las ruinas de la Embajada de Israel- la historia a contar

y descubrir -como si fuera un diamante- el mejor término para el final

aunque al otro día, entre un montón de tinta impresa …

todo se desvaneciera en el aire…

Y se podía acabar zigzagueando Arroyo

contra el vidrio fresco de las galerías de arte contemporáneo.

 

En esa redacción conocí a casi todos los periodistas argentinos que habían puesto

(o después) en el mundo la marca de una firma.

Me aventuré a unas primeras líneas con escritura pretenciosa

y atestigué cómo un dream team se fue a la B

Pero sobre todas las cosas…  descubrí un film… proyectado como aire fresco

frente a tanta realidad en la oscuridad del cine.

Que hablaba de la música, de creer, de experimentar.

De amar, de bailar, de volcar el cansancio de crecer

en el pasillo de un hotel con quien estuviera ahí…

Y de volver a casa.


jueves, 16 de julio de 2020

El perro de la nieve

A Roald Amundsen,en el 147 aniversario de su natalicio.



Imaginar el sol asomando entre los hielos
sentir el mañana como un latido,
no claudicar la convicción de la niñez
reconocer haber crecido.

Aprender del pasado
desheredar la herencia,
persistir,
hacer el propio camino.


Tener la clara vocación
el rigor que conduce la pasión,
la deducción,
la osadía.

La capacidad de cambiar el rumbo,
de perder el plan
de dar vuelta el norte,
de matar la idea,
de llegar primero
adonde no se quería ir.

Reírse.
Al final de todo.

Abrazar la contradicción.
Huir en la tormenta de la noche.
No conjurar la madrugada.
Ver la mañana.

Viajar por las aguas.
Descubrir la tierra.
Morir en el aire.
Ser el fuego.